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¿Qué es el estrés?

¿Qué es el estrés?

El estrés es un hecho de la vida cotidiana que no puede evitarse; cualquier cambio que el ser humano deba enfrentar implica estrés. El cambio puede significar la bienvenida de un hecho positivo, pero también implica pérdida de seguridad, una amenaza ante lo desconocido.

La percepción de una situación como amenaza inicia el sistema de alerta del cuerpo; la respuesta corporal automática con una serie de cambios bioquímicos, donde el sujeto comienza a funcionar reactivamente en modo lucha-huida, perdiendo flexibilidad, creatividad y productividad. Las conductas de socialización se tornan primitivas, se endurece el trato o se adopta una cordialidad forzada, con alto desgaste personal. Arranca un período de fatiga silenciosa que comienza a impactar en el sistema inmunológico y las funciones gastrointestinales, respiratorias, cardiovasculares y produce alteraciones músculo esqueléticas. Si dicho período es prolongado, se define que la persona está bajo estrés crónico, en el cual se cristalizan los cambios endocrinológicos y se desencadenan consecuencias en la salud psicofísica y social. Se instala la fase de riesgo aumentado de sufrir enfermedades asociadas al estrés, accidentes de trabajo por distracciones, ausentismo o deterioro de las relaciones sociales e interpersonales.

El estrés es la respuesta adaptativa del organismo en un nivel físico, mental y emocional a los estímulos. Por tanto, cierto grado de estrés es necesario ya que motiva y puede ayudar a las personas a ser más productivas o competitivas. Un determinado grado de estrés estimula el organismo y permite que éste alcance su objetivo, volviendo a la normalidad cuando el estímulo ha cesado. Por ejemplo, cuando un atleta intenta conseguir un buen resultado en una competencia, está sometido a un estrés que implica un aumento de la actividad muscular (más irrigación, el corazón late mas rápido, etc.) lo que le ayudará a conseguir su objetivo. Una vez finalizada la prueba atlética, se produce un descenso de las constantes y el organismo vuelve a su estado basal. Por tanto, ello no es algo malo en sí mismo, al contrario; facilita el disponer de recursos para enfrentarse a situaciones que se suponen excepcionales. Sin embargo, cuando los sucesos estresantes de la vida, ya sean de orden físico o psíquico, superan nuestra capacidad para afrontarlos hablamos de distrés, es decir, el estrés que se produce cuando los estímulos internos o externos superan nuestra capacidad de respuesta y adaptación, el cual, con el tiempo puede ser dañino para la mente y el cuerpo.

El distrés puede predisponer a la persona a tener una salud general deficiente, al igual que enfermedades físicas y psicológicas específicas tales como infecciones, enfermedades cardíacas o depresión. Pero como dijimos anteriormente, antes de llegar al distrés o estrés patológico, se produce una respuesta normal o fisiológica.

El eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal está compuesto por:

  • El hipotálamo, que es una estructura nerviosa situada en la base del cerebro que actúa de enlace entre el sistema endocrino y el sistema nervioso,
  • La hipófisis, una glándula situada en la base del cerebro, y
  • Las glándulas suprarrenales, que se encuentran sobre el polo superior de cada uno de los riñones.

El sistema nervioso vegetativo es el conjunto de estructuras nerviosas que se encarga de regular el funcionamiento de los órganos internos y controla algunas de sus funciones de manera involuntaria e inconsciente.
Ante situaciones de estrés, ambos sistemas producen la liberación de hormonas, que transportadas a través de la sangre, regulan la actividad de los órganos. Estas hormonas son las encargadas de poner el cuerpo en estado de alerta, preparándolo para luchar o huir de la situación estresante, iniciando así una reacción en cadena en el organismo: el corazón late más rápido y la presión arterial sube; la sangre es desviada de los intestinos a los músculos y el nivel de insulina aumenta para permitir que el cuerpo pueda metabolizar más energía.

Estas reacciones permiten evitar el peligro y a corto plazo no son dañinas. Son las que permiten enlazar el fenómeno del estrés con los fenómenos psicofisiológicos de la emoción.

 

Si la situación estresante persiste, la fatiga resultante será nociva para la salud general del individuo. El distrés puede estimular un exceso de ácido estomacal, lo cual dará origen una gastritis o a una úlcera. O puede contraer aún más arterias ya dañadas, aumentando la presión y precipitando un dolor precordial o un infarto cardiaco. Así mismo, el distrés puede provocar una pérdida o un aumento del apetito con la consecuente variación de peso en la persona. Cuando se mantiene el agentes estresor y se entra en el estado de distrés, las personas empiezan a tener una sensación de disconfort (tensión muscular, palpitaciones, etc.). Si continúa el estresor, se llega al estado de agotamiento, con posibles alteraciones funcionales y/u orgánicas: son las llamadas «enfermedades de adaptación».

 

Lo que en situaciones apropiadas puede salvarnos la vida, se convierte en un enemigo mortal cuando se extiende en el tiempo. Las presiones económicas, la sobrecarga de trabajo, el ambiente competitivo, etc., son circunstancias que en el mediano y largo plazo desencadenan enfermedades. Entre las mismas pueden mencionarse enfermedades:

  • Cardiovasculares: cardiopatías, hipertensión arterial, infarto.
  • Músculo esqueléticas: lumbalgias, tendinitis, cervicobraquialgias, fibromialgias.
  • Emocionales: irritabilidad, depresión, ansiedad, insomnio.
  • Dermatológicas: dermatitis, reacciones alérgicas.
  • Sexuales y ginecológicas: disfunción eréctil, anorgasmia, amenorrea.
  • Gastrointestinales: dispepsia, úlcera, diarrea, cólicos, colitis ulcerosa.

Asimismo, muchas enfermedades autoinmunes, neuroendocrinas y otros desequilibrios psicofisiológicos tienen como elemento en común al distrés, que predispone, acelera y empeora el desarrollo de estos padecimientos.

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